“Godot se lo pasa pipa al lado de esta desolación y esta penuria: (“Dios me valga, otra cosa no sé hacer”)”
“Paradójicamente, es en la forma donde el artista puede encontrar una solución de alguna clase. Se trata de dar forma a lo informe. Probablemente sólo en ese sentido podría existir una especia de afirmación subyacente”.
A vueltas quietas
“Necedad… necedad para… para qué… cómo se dice… necedad de esto… todo esto… necedad desde todo esto… de todo esto… entrever al parecer… entrever… necesidad al parecer de entrever… tenue a lo lejos allá lejos que… necedad de necesitar al parecer… entrever tenue a lo lejos allá lejos qué… cómo… cómo se dice… cómo se dice…”
Finnegans Wake
“Anhelar la mente susodicha largo tiempo perdida para el anhelo. La susomaldicha. Hasta ahora susomaldicha. A fuerza de largo anhelo perdido para el anhelo. Leve anhelo en vano aún. A más leve aún. A lo levísimo. Leve anhelo en vano del mínimo anhelar. El mínimo anhelo indisminuible. Inaquietable mínimo en vano de anhelar aún.”
“En una fiesta, un presunto intelectual inglés me preguntó por qué escribía siempre sobre la angustia. ¡Como si fuese perverso hacerlo!... Me marché de la fiesta en cuanto pude y tomé un taxi. En la mampara de cristal, entre el taxista y yo, había tres rótulos. En uno se pedía una caridad para los ciegos, en otro una ayuda para los huérfanos, en el tercero un donativo para los refugiados de guerra. No hay que ir muy lejos para buscar la angustia. Nos grita a la cara dentro incluso de los taxis de Londres”

PorFinBlog

Un Blog por y para las Artes Escénicas, en Jaén y en el mundo.

MITOS HOY

    Lo extraordinario de los mitos es su camaleónica capacidad de adaptación a cualquier tiempo. La interpretación de las motivaciones de cada uno está en quien cuenta la historia, no en el personaje mitológico en si. ¿Qué voces, qué palabras hemos callado, traicionado? ¿Todavía es posible perdonar y dejar que el cielo me haga suyo? ¿Dónde comienza esa difusa calma? La lengua se hace yaga con la humedad del río y del espanto. La lengua se hace daga de triste sol su canto, donde la voz no se detiene en llanto.

     Cobardemente escondo un "te quiero" inoperante, a contratiempo. Todo cambia, incluso la locura de unos labios que se rozan en la efímera presencia de un beso. Vuelven viejas anñoranzas, antiguas nostalgias, caducos sueños. Caen como hojas secas del árbol otoñal de mi memoria, mecidas por la brisa del recuerdo. Y van a posarse tenuemente sobre el suelo alfombrado de mi actual momento, humedecido por lágrimas rebeldes, incontenibles, escapadas de la cárcel de mis ojos que ignorarlas intentaban en vano, pues es más fuerte la intensidad evocadora de esos viejos sentimientos que se hacían los muertos cuando solo estaban débilmente olvidados.

    Fugado de la experiencia, el orden moviliza un lenguaje que no es éste, convertido en parpadeo vacilante sobre las fosas.

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¡NOS RECONSTRUIMOS! ¡ALEGRÍA!

    Pese a los naufragios y soledades que siempre surgen en un proceso creativo, a pesar de todas las tormentas y abandonos, es preciso hacer parada en la alegría, nuestra travesía la necesita, quizá como una innovación o una llamada, un refugio, un recuerdo, el brillo de unos ojos, unas palabras que vuelven o que nunca se fueron, una carta, un rayo de sol, un instante de belleza..., ¡el Teatro! Os invitamos a perderos en él, pues la alegría crece cuando se comparte. Por eso, desde nuestra Compañía "Porfinteatro", estamos reconstruyendo nuestro espectáculo de memoria en femenino "Ellas... El Teatro", alentados por el entusiasmo que nos han mostrado dos grandes actrices que se unen a la causa: Chelo Valero y Marina Miranda.

    Con ellas, y con Carmen, Encar, Laura, Lola y Sonia (el coro que pone acción corporal a las historias), y con la figura de Gregorio Palomares como "Oficiante" de las acciones dramáticas, volveremos a defender sobre los escenarios la dignidad de "Hécuba", "Medea", "Antígona", "Ofelia", "Nora" y "Adela": Troyanas, ahora y siempre.

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DOS MICRORELATOS

     1.- Cuando le dijeron que todo había acabado, él no lo creyó y siguió caminando hacia la luz.

     2.- Pese a que los calamares les robaron la tinta, los cangrejos siguen escribiendo historias de amor sobre las rocas.

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EL TEATRO VACÍO

     Contemplarse en el alza cero de los francotiradores, con las palabras como un arsenal para filtrar la progresión del teatro en los recintos de la ciudad. Entrar en un teatro cerrado como se profana un panteón, pero con otras inquietudes, sin el acento circunflejo de Dios sobre el umbral. Ahí está el patio de butacas en sombras, y el espacio vacío. Cabe un aplique accesible para iluminar levemente el escenario. Con la candidez de la luna a través de una claraboya. Ojalá fuese cierto. Desde el patio de butacas de un teatro clausurado los espectáculos desfilan como por el mármol de un forense. Pero en mis manos tiembla el instrumental del hermeneuta. Entrar en un teatro cerrado como se acaricia la piel de una chica desconocida en la parte más trasera de un autobús en marcha.
     Y los teatros blanqueados, los teatros como nuevos inmuebles, los teatros como esa puerta franqueable bajo los títulos de crédito y las otras advocaciones. Los teatros fuera del circuito de las alarmas, del alto voltaje de los conciertos más arduamente urbanos, o de las salas de cine, o del video y los otros inciensos donde se depara el equilibrio voraz del año. Los teatros edificados sobre solares arrancados al cardo y a la ortiga, al especulador y al cronista del tiempo. Y los espacios vacíos. En un espacio vacío se convocan las huestes, pero ¿con qué texto se recupera el sabor de la palabra?

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"RECUERDA, CUERPO"

     Somos las tinieblas en el ardor del día, las desenraizadas flores en el aire, la frescura. Somos el agua posada en las hojas en presencia de la muerte. Nuestro sol, cuyo intenso calor nos arrebata... Nos confundimos con el corazón de la rosa, hija de la belleza. Somos las criaturas del verano, el aliento del anochecer, los días, cuando todo puede esperarse. Somos la irretornable sonrisa del ausente vislumbrada en las hojas del estío, aquél sol y sus desdeñantes luces falaces.

     Quisiera expresar este recuerdo... pero ya se ha extinguido... como si no quedara nada... puesto que lejos, en mi primera adolescencia, reposa. Una piel como hecha de jazmines... noche de agosto (¿Era agosto?) Noche... Apenas recuerdo ya los ojos; eran, creo, azules... ¡ah, sí! De un azul zafiro.

     Recuerda cuerpo no sólo cuánto fuiste amado ni tan sólo los lechos en los que te acostaste conmigo, sino también esos deseos que para ti, claros, brillaban en los ojos y temblaban en la voz y los frustró un fortuito obstáculo. Ahora que ya todo yace en el pasado, hasta casi parece que te entregaste a esos deseos, recuerda cómo brillaban en los ojos que te estaban mirando; y cómo temblaban en la voz para ti, recuerda cuerpo.

     El cuarto era pobre y ordinario, oculto encima de la equívoca taberna. Por la ventana se veía la calleja, estrecha y sucia. Desde abajo llegaban las voces de unos cuantos parroquianos que se divertían jugando a las cartas. Y allí, sobre vulgar y humilde lecho, fue mío el cuerpo del amor, y poseí los labios voluptuosos y rosados de la embriaguez, rosados de una embriaguez tal que incluso ahora, al escribir ¡después de tantos años!, en mi casa tan sola, me embriago una vez más.

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"LO QUE NOS TOCA DE LOCURA"

     Qué hacer ahora que nos hicimos payasos como una burda imitación de los juegos de la infancia, cuando la espada de madera que nos construyó el abuelo nos golpeaba, sin que supiéramos que era el filo de la vida.

     Qué hacer ahora que estamos detenidos en la última imagen de la humedad del ojo, esperando el regreso de los perros infinitos que ladran con un doble nudo en la esperanza, rumbo al lugar donde mañana recogeremos lo que nos toca de locura.

    Cuánta herejía en el costado del sol y de los hombres, cuánto polvo colmando los rincones y las tejas de la casa, donde antes la lluvia bendecía con sus cauces de agua el cuento feroz de los ahorcados, y las historias de fantasmas que con un hilo de voz nos decían los mayores al anochecer.

     Cae sobre las casas y las calles enfangadas el primer mordisco de la noche, y ahí está mi padre sentado en la ventana alta, moldeando la herramienta que detiene el tiempo, conjugando un mínimo y cómplice solsticio para la próxima estación de aves migratorias.

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