A vueltas quietas
“Necedad… necedad para… para qué… cómo se dice… necedad de esto… todo esto… necedad desde todo esto… de todo esto… entrever al parecer… entrever… necesidad al parecer de entrever… tenue a lo lejos allá lejos que… necedad de necesitar al parecer… entrever tenue a lo lejos allá lejos qué… cómo… cómo se dice… cómo se dice…”
“En una fiesta, un presunto intelectual inglés me preguntó por qué escribía siempre sobre la angustia. ¡Como si fuese perverso hacerlo!... Me marché de la fiesta en cuanto pude y tomé un taxi. En la mampara de cristal, entre el taxista y yo, había tres rótulos. En uno se pedía una caridad para los ciegos, en otro una ayuda para los huérfanos, en el tercero un donativo para los refugiados de guerra. No hay que ir muy lejos para buscar la angustia. Nos grita a la cara dentro incluso de los taxis de Londres”
“Paradójicamente, es en la forma donde el artista puede encontrar una solución de alguna clase. Se trata de dar forma a lo informe. Probablemente sólo en ese sentido podría existir una especia de afirmación subyacente”.
“Godot se lo pasa pipa al lado de esta desolación y esta penuria: (“Dios me valga, otra cosa no sé hacer”)”
Finnegans Wake
“Anhelar la mente susodicha largo tiempo perdida para el anhelo. La susomaldicha. Hasta ahora susomaldicha. A fuerza de largo anhelo perdido para el anhelo. Leve anhelo en vano aún. A más leve aún. A lo levísimo. Leve anhelo en vano del mínimo anhelar. El mínimo anhelo indisminuible. Inaquietable mínimo en vano de anhelar aún.”

PorFinBlog

Un Blog por y para las Artes Escénicas, en Jaén y en el mundo.

"LA SENCILLEZ DE LAS CARICIAS"

     Hoy, amor, que no has querido acompañarme, he visto tu cuerpo en el escenario con toda la ternura que desprendes. La belleza de la iluminación en la escena, el espacio abierto, sucinto para envolverlo con tu aliento, me ha hecho recordar la sencillez de las caricias que como enamorados cuajan nuestros encuentros. Creía con torpeza que sólo poseíamos el secreto de la entrega, pero he encontrado a los intérpretes de nuestro amor con expresivas muestras de cariño. Su ejercicio de amor, sin el pudor que tanto molesta, suscita nuestro mundo de sensaciones.

     El concepto de teatro moderno, sin el rigor al que obliga la concepción clásica, pero en el uso medido de su técnica bien ejecutada y lleno de las provocaciones que los probos llaman lujuria y los poetas locura, embriagan el ambiente, como tu cuerpo lo hace conmigo, con una ténue música casi mística, envolvente, que sirve para sostener una voz dulce y tentadora de ecos gregorianos. Pero la ternura a veces es desgarrada por la violencia que emana la pasión. Una pasión abrumadora y elemental.

     Y así, una riada de guijarros cae cubriendo la escena sobre la que los cuerpos se unen sin daño alguno, o una profunda sima que se abre a sus pies formando un pozo visible, en cuyas aguas se pierden los cuerpos, como en tu sudor yo me anego. De repente se rompe la magia amorosa, cuando alguien corta la secreta armonía con palabras que suenan a hueco, a jolgorios de comadres. Son momentos de distensión, como cuando tú te bañas.

     La solemnidad de la puesta en escena, cercana al rito, a la pura teatralidad, al efecto, a la sorpresa, como cuando tú te arreglas cada tarde. Todo está presidido por una enorme cruz donde yace un Cristo indefinido, patético y sensual. Te aseguro, amor mío, que de haber estado aquí esta noche, también habrías aplaudido con fuerza, porque verse reflejado en la hermosa sencillez es cosa que los artistas suelen hacer para su goce y el nuestro.

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"BIBLIOTECAS"

     En estas bibliotecas tan infinitas como hace milenios lo fue la de Alejandría, añorada Nerea, ¿dónde quedarán estos versos? Es decir, ¿en qué diminuto estante de una más diminuta sección de la biblioteca más extensa del universo mi único libro de poemas que escribí para ti?

      Y mi nombre, ¿quién acaso lo recordará cuando la velocidad de la luz, en un archivo igualmente sólo de luces, alguien pase sin siquiera teclear nunca el título de este poema, iluminado o indiferente, por alguna línea pasajera?

      ¿Y quién será por casualidad el pasajero virtual que ojeará al azar en una pantalla de ordenador, alguna vez en el año 3492, aquél perdido libro mío y mire, despreocupado quizás, lo que escribí pensando en ti? ¿Quién recordará que hace miles de años tú me inspiraste y compuse estas palabras hechas de amor, mi dulce, añorada Nerea, subido en los muros de otra Babilonia, una tarde a mediados del año 1990?

       ¿O en qué se convertirán todas estas líneas que quizás no fueron escritas por mí, sino por el poeta Aikú Zen, cuando él no era todavía un monje y no yo, loco poeta y amante somnoliento, quien realmente imaginó todo este poema pero que nadie, nunca, leerá? Como aquél otro poeta ciego y aún joven cuando se le oscureció la realidad, llamado Jorge Luis Borges, quien decía éramos imaginados por alguien o tal vez él se hizo pasar (en el futuro) por todos los poetas antes de él y también por mí mismo?

        Pero ¿quién sabe si aquél joven poeta que escribió un epigrama para una tal Nerea durante la amargura del exilio, hace miles y miles de años, fuera yo mismo y ahora, a través de una realidad virtual, recreada miles de años después, yo te lo vuelvo a escribir únicamente para ti cuando ya no hay amargura ni exilio alguno, añorada Nerea?

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"¿ME QUIERES?"

     Y los muslos remontan los muslos. Y se apresura la sal de la lentitud, que recojo con la lengua temblorosa. Y la lengua atraviesa la lengua y el acero. Y el cielo es manos, y aquello en que se posan las manos. Y los dedos son hambre.

     (Tú me has hecho sentir cosas que no había sentido con nadie.)

    Y los muslos, enzarzados, alcanzan la médula del instante, la lápida de lo nunca sido. Y los ojos lamen y saquean y penetran en lo oscuro. Y la blusa cae. Y el aire cae. Y los vientres se levantan y caen y se levantan y se enceguecen de mucosas.

     (Sólo con oírte al teléfono me humedezco)

     Y el silencio alcanza el límite de la saliva, y lo acaricia. Y las formas intercambian sus centros, se desnudan de escamas y escaleras, hasta que ya no sé dónde están mis brazos, el pene aturdido, la península de los sueños, los nombres.

     (Esta tarde no te pongas nada debajo.)

     Y cae la piel, que descubre sus sabrosos barrizales, sus diamantes escondidos, y se vuelve a incorporar, como una ola del yo, como una murmurada cadena.

     (El yo es quebradizo, depende de una mano que alza el vuelo y el orgasmo, y que se convierte en nuestra mano.)

    Y la piel, al caer, es más piel, más concentración de baba y piel, más pureza agolpada o ebriedad de dientes. Y encuentro dureza en el pudor y en las entrañas, donde bate un viento espeso, palabras que arañan y gotean, hendiduras coléricas, zumo entreabierto.

     (Me gusta esta urgencia, significa que me deseas.)

     Y todo se desmorona en un golpe rojo, en una sucesión de espasmos que burla al tiempo y deshace el conglomerado de los días, en un hueco voraz en el que me arrebujo para saberme cosa, nada, dios, brizna poseída por el mundo, o alimentada por su demolición.

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"YO TAMBIÉN SEGUIRÉ"

Yo también seguiré.

Jamás he sido de los que van hundiéndose mientras esperan vientos favorables. Cogeré mis derrotas para dar nuevo rumbo a esta barca, a este dolor de rutas que se olvidan, de nombres que se borran y de rostros confusos que abarrotan el Hades.

Intentaré callar cada palabra, ir dejando que el viento atesore en sus manos transparentes el girar de las huellas, que los días nos cosan todas las cicatrices, y que el hambre de continuar viviendo, haga olvidar que contigo he vivido demasiado.

El esparto arderá bajo los árboles, la Luna mentirá entre las hojas, y tu voz, lejana como un sueño, callará con los tópicos infames que ensucian los poetas.

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LA SORPRESA, de Fco. Javier Rodríguez

(Oficina de cualquier empresa. JUAN, el jefe, espera la entrada de un empleado. Tras unos segundos, llaman a la puerta. Entra EMILIO.)

EMILIO: Buenas Juan, ¿me has llamado?
JUAN: Si Emilio, pasa y sientate.
EMILIO: Tu dirás.
JUAN: Mira, te he hecho llamar para comentarte una cosa, bueno, de echo, es un problema para mi, pero no encuentro otra solución.
EMILIO: Bien, dime.
JUAN: Pues bien. Resulta que llevamos un tiempo bajando en ventas y la rentabilidad no es la que era y no tengo mas remedio que reestructurar la plantilla.
EMILIO: Bueno, bajamos en ventas como todos, pero el año pasado hemos obtenido mejores resultados que el año anterior.
JUAN: Si, pero el problema es que hemos perdido competitividad.
EMILIO: ¿Competitividad? Hemos incrementado pedidos y ventas.
JUAN: Ya, ya, pero no me salen las cuentas. De echo, te he llamado para comunicarte muy a mi pesar que a partir del dia 15 tengo que prescindir de ti.
EMILIO: ¿Qué me echas? ¿A mi? Yo he levantado el negocio contigo desde que empezaste. Eres el padrino de mi niña. Veinticinco años luchando por la empresa, ¿para que? ¡Para tirarme a la calle como una colilla! Juan, que tengo 48 años, que para mi ya es muy difícil encontrar nada, que tengo 400 euros de hipoteca, que el banco se va a llevar mi casa, ¿no te dá ná?
JUAN: No te alteres. Si, ya lo sé. Pero esto no ha sido la decisión de un día, ni un mal calentón, esto lo vengo madurando ya hace tiempo y como comprenderás, la viabilidad de mi empresa es lo primero.
EMILIO: ¿Viabilidad? Mira, si es por la viabilidad me puedes bajar el sueldo, bajar las comisiones, quitarme las dietas, lo que sea, pero, por favor, no me dejes en la calle que me arruinas la vida.
JUAN: Me duele todo esto Emilio, pero la decisión como te he dicho, la tengo ya tomada y muy reflexionada y, la verdad, me duele hacértelo a ti, pero no tengo otra solución.

(JUAN saca un papel, un sobre y un cheque del cajón)

 

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"Cartas de amor"

     "Cartas de amor"

     En los páramos, donde alguna vez florecieron Babilonia, Nínive y Nippur, los arqueólogos han desenterrado tablillas de barro cocidas por el sol de aquel tiempo. Inscripciones que los eruditos han traducido resultando en muchos casos ser juramentos y cartas de amor...

      Yo quería decirte, María, que el nombre de esta ciudad es sangriento, que ninguna ha tenido un nombre más perverso. Es posible, cuando hayan pasado cien o hasta un número incontable de años, que de esto que hoy ves no quede otra cosa que algunas estatuas, escombros, ratas que se adaptarán a la destrucción y comerán arena. Pero esta noche es bella y pasan muchas gentes. Déjalos continuar su camino, esos rostros nunca se volverán a este animal extraño que corre y llama por sus nombres a los desconocidos.

      Tú también partirás y no veré ya más tus ojos de asustada bestezuela. Quien piensa en el futuro no está muerto. Cuando hayan transcurrido mil o un millón de años, es posible que vuelvas y es posible también que sólo encuentres esa niebla misteriosa y azul que sube todas las madrugadas desde el mar y cubre las casas y los pozos. Busca bien y no olvides que tú fuiste mi río, mi río amado al que me lanzaba desnudo sin importarme la vida ni la muerte. Busca bajo los antiguos ladrillos, en las hojas de hierba, entre las escamas de los reptiles, que en algún lugar yo habré dejado para ti, para ti sola, una carta de amor...

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