Fue al leer "El innombrable" cuando nació mi pasión por el divino irlandés, pasió que dura ya más de 40 años. Por eso, dejando al margen odo lo que se ha escrito sobre el lenguaje que maravilló a toda una generación, me gustaría dejar aquí ese aforismo que todavía hoy me conmueve, cuando el protagonista, inundado por las lágrimas, convencido de que nunca renunciará a seguir hablando, dice: "Yo solo soy un hombre y todo lo demás es divino".