El árbol, la soga, el delgado brillo de la hoja... La vida a un lado.

     El sol, la luz, los hijos, la sangre como rota.

     Al otro lado, nada: hundirse en la tiniebla. Los dientes rechinándote el amargor de la boca.

     Los nervios trasnochados adentro. El temblor acerando las ropas.

     Nada...

     Y tanto... Si Dios no aprieta, si el demonio deja.