Desde aquí sabrás quién está detrás de "PORFINBLOG", de la página y de cada una de sus secciones.
Después de tanto tiempo de lucha (más de 40 años llevamos en la "Arena" del teatro), creo que nos hemos ganado el derecho al pataleo dando la cara, ya que, tan acostumbrada como está a que la maltraten partiéndonosla en más de una ocasión, soportará sin problemas el sonrojo de que vosotros seáis quienes critiquéis nuestras aptitudes literarias....
VICENTE RUIZ RAIGAL
Promotor primero de "PORFINBLOG", bloguero novel y teatrero de toda la vida.
"Pues a mí no me gusta el teatro"
Pues no, ¿qué queréis que os diga? Aunque quiera, a mí no me puede gustar el teatro. No.
Veréis. La primera vez que fui al teatro (bueno, que me llevaron) revolucioné toda la sala. Vomité hasta tres filas más allá el bocadillo de nocilla que me había preparado mi madre, que se echaba las manos a la cabeza en la butaca contigua a la mía. Tendría yo unos diez años, y a partir de entonces y hasta ahora, que casi rondo los 60, he intentado y reintentado mejorar mi relación personal con el teatro, ardua labor ésta que todavía no he llevado a buen puerto.
Luego en el instituto, los chavales que dábamos griego (en el sentido lingüístico de la palabra, no seáis mal pensados) hicimos "Antígona". Yo era Hemón: "¡Oh, padre mío, tú que me guías y conduces por el recto camino...". No sé realmente qué pasó, pero antes de que acabara mi pequeño párrafo, los alfileres que sujetaban la tela de raso que hacía las veces de túnica empezaron a soltarse, dejando mi cuerpo en plena explosión pueril al aire las prendas íntimas que escondían mis partes más pudorosas en menos que canta un gallo. Quise abandonar el instituto, la ciudad, el país...
Después de aquel incidente, y pasados unos años, andaba yo con una novieta pseudocomunista, amante de cantautores y muestras de arte postmodernistas-surrealistas. Tendría entonces unos 22 o 23 y se me revolvió el estómago cuando la chavala me dijo de ir al teatro a ver no sé qué obra de no sé qué compañía jipiesca. Le costó convencerme, pero lo hizo la muy jodida. Ya se sabe: "tiran más dos tetas...". No habíamos llegado a la puerta, ni mucho menos al barrio donde se encontraba la sala, y ya sentía un vértigo horripilante en aquél taxi con olor a tigre. "La voy a cagar, la voy a cagar". No pensaba en otra cosa. Ni os imagináis lo que pensé cuando reconocí en el hall a antiguos compañeros del instituto. Y de repente llega Mari (así se llamaba mi amiga) y me dice que un colega suyo que está en la compañía nos invita a ver la obra entre bastidores. "¡Oh, Dios mío, esto no puede estar pasando!". Y allí que nos vemos, entre actores, modistas, algún critiquillo del tres al cuarto y varios tipos con muchas ganas de llevarse a la cama a la actriz principal, que andaba por el escenario mostrando dos de los pechos más bonitos que he visto en mi vida. Estaba nerviosísimo, mucho más que el que le tocaba salir a escena en ese mismo momento, que se fumaba un canuto por eso de tranquilizarse, y en un instante le vi dentro del escenario y a mí con el porro en la mano. Lo aspiré como si fuera un murciélago al que le han metido un cigarro en la boca. Cuando la chusta del susodicho llegó a quemarme los dedos caí rodando por la tarima, mientras el público y los actores me miraban atónitos. Me desmayé, y pensándolo ahora creo que fue lo mejor que me pudo pasar.
Pero no quedó ahí la cosa. Llegó el día en que mi propio hijo tuvo su primera actuación teatral. Era el espectáculo fin de curso que hacían todos los años en el colegio y yo, claro está, no podía faltar. Estaba rodeado de papás y mamás con la sonrisa de oreja a oreja y yo estaba igual. Con la cámara entre mis manos sudorosas, esperando ver a mi hijo aparecer vestido de cactus en un improvisado desierto en la clase de cuarto "B". Salió mi hijo. Y con el ímpetu de la tormenta me levanté, llevando conmigo la silla-miniatura que había quedado soldada a mi trasero. Golpeó a la señora de atrás en toda la cara y con el trajín fueron levantándose-cayéndose los demás espectadores, como si se tratase de un auténtico dominó humano lleno de aspavientos y torpezas. Yo también caí, golpeando mi barbilla en la silla de delante y quedando una vez más, y por suerte, sin conocimiento. Sin conocimiento para contemplar el espectáculo que había formado. Y del cual, sin saberlo, yo era el único protagonista.
Pero bueno, fantasías aparte, esto puede ser el teatro (o no):
"Por sus manos tocaré lo que otros han tocado. Por sus ojos veré lo que otro ha observado. Por tus pies pisaré donde nunca he pisado. Por tu cuerpo sentiré lo que siempre he deseado".
¿TE ANIMAS?
AQUÍ puedes expresarte, hacer tus "pinitos" literarios y verter tus opiniones sobre arte, cultura y espectáculos. ¡¡¡VAMOS, ANÍMATE!!!
Si estás dispuesto a ser un PORFINBLOGUERO más, no lo dudes: envianos tus datos a través de la dirección de correo y contactaremos contigo para poner en marcha tu blog en menos tiempo del que invierte el Tesorero de un Partido Político en llevarse un millón de €.
Desde este blog podrás opinar, quejarte, llorrar y cuanto quieras, siempre siendo responsable de las opiniones vertidas.
Ya sabes, ¡¡¡te esparamos!!!