"Nunca serás nada si has de vencer al espejo:
sentencióme una sotana con armazón de maestro.
Y nada soy. Pero tanto siento...
El amor, la renuncia, lo débil de tierno:
erguirse siempre explotando lo estrecho.
"Nunca serás nada si has de vencer al espejo:
sentencióme una sotana con armazón de maestro.
Y nada soy. Pero tanto siento...
El amor, la renuncia, lo débil de tierno:
erguirse siempre explotando lo estrecho.
Dos poemas del escritor perogilense Alfonso Fernández Malo, de su libro "Otros poemas", dramatizados para el programa "Teatrerías" de 9 aloma.tv por actores aficionados de "Porfinteatro".
Ahora no voy tras de mis sueños cuando estos vuelan. Ahora procuro no separar mis pies de la tierra cuando, mirando hacia afuera, me expando hacia dentro.
Porque resultan muy altos los vuelos, porque vuelo con el motor de las fantasías, y con ellas llego a un lugar profundo y desconocido donde habita la parte vuelta de mi ser.
Me escondo tras un poema, me refugio tras una frase de amor. Me retiro a donde están los pensamientos. Viajo al fondo de mi sentir, con la inmensa soledad cósmica que me acompaña.
Y me pierdo; permanezco perdido mucho tiempo. Y cuando vuelvo, he traído conmigo todo lo nuevo que encuentro.
Aquí, aquí, aquí,
donde el viento transforma
las goteras del tiempo
que marcan tu ausencia
para volver a empezar.
Lejos, en la distancia,
los recuerdos se agolpan
en infinita cadencia,
ilusiones perdidas, amor desgarrado.
En mi prisión, ¡oh tordo!,
quiero cantar contigo,
aunque nada conmueva,
o llegue hasta mi alma
como provocación o hastío.
Sólo los viejos árboles perdonan
a quien pide auxilio
cuando la justa muerte haga caer
las negras plumas de este denso ramaje.
"Víctima del juego"
El que se mira a los ojos y los ve extraños, el que se agazapa dentro de sí mismo para intentar no verse, el que está fuera y busca al que está dentro, el que preña de arena los relojes, el que habita simultáneamente las dos arenas opuestas del reloj, el sepulturero y el sepultado, el que vive dentro de sí todas las muertes pero al que sólo la suya ha de matar, el que se queda atrás y el que camina mientras da la espalda al que se queda, y el que se está escapando por el hueco que se refrenda detrás de cada paso, la distancia que se mete entre la vida y su vida, lo que le obliga a seguir siendo su otro mismo, la única víctima del juego, el que aprieta los nudos en su espalda, el que deja de ser para volver a él, a mí o a ti, y no se encuentra, y no me encuentra, y no te encuentra, el extraño que vive en él, en ti y en mi y no nos necesita, el que con una línea todo lo divide, el que con una línea lo une todo, el que con una línea ha escrito toda la ausencia que nos llena los espacios vacíos con su espacio vacío, el espejo que mide la profundidad de ese vacío, el fósil donde quedan grabados los sueños no cumplidos, la máscara de un hombre, la de todos los hombres, el hueco que la nombra, una página en blanco que anhela ser escrita, espacio que te ignora, que me ignora...
Todos quieren morirse con los ojos abiertos para seguir buscándose, aunque ya no podrían reconocerse.
Puedo tomar cualquier espacio vacío y darle nombre, todos los nombres, cualquier nombre... Veamos lo que todo el mundo puede ver y no ve...
A LA DERIVA
No hay en el mundo técnica bastante
para poder fijar en una sombra
la luz aterradora del instante.
Qué sencillo es hacer la profecía
del círculo que muere tras la tierra.
Yo di la carne, tú serás la hiedra.
Tú me dirás que caminaba a ciegas.
Yo te diré que el sol no tiene ojo
y tú la fantasía de mi muerte.
El mundo es una estrella errante,
a la deriva,
entre olas serpentinas y orillas insidiosas.
Y de pronto no hay nada,
ni mares ni riveras, tan solo nuestra alma
en un papel de seda, flotando suavemente,
sin deberes ni metas.