1. Una de las paradojas más hondas y capitales de la condición humana es que tememos a la muerte, a la vez que buscamos de forma desesperada la forma que sea con tal de abreviar el tiempo de espera que nos quede. En este sentido, en ninguna obra literaria se ha explotado esta paradoja de manera tan hilarante como en “Esperando a Godot”. Cuando VLADIMIRO propone a ESTRAGÓN que se pruebe sus botas, insiste en que de ese modo, al menos, pasarán el tiempo: (VLADIMIRO: Así matamos el rato. ESTRAGÓN: Un descanso. VLADIMIRO: Un recreo.)
2. Fue al leer “El innombrable” cuando nació mi pasión por el divino irlandés, pasión que dura ya más de 40 años. Por eso, dejando al margen todo lo que se ha escrito sobre el lenguaje que maravilló a toda una generación, me gustaría dejar aquí ese aforismo que todavía hoy me conmueve, cuando el protagonista, inundado por las lágrimas, convencido de que nunca renunciará a seguir hablando, dice: "Yo solo soy un hombre y todo lo demás es divino".
3. Un texto, a veces tan duro y hermético como “Final de partida”, se abre también a la nostalgia, a la metáfora de las invenciones de la infancia: "Luego hablar, rápido, palabras, como el niño solitario que se pone en el sitio de varios, dos, tres, para estar con otros, y hablar con otros por la noche".
Por Fin Teatro
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MI ACERCAMIENTO A BECKETT (I)
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