He tirado mi vida. Lo confieso. La he roto de manera que he ido desechando las lujurias que no me correspondían, los réditos que no me eran familiares, las alabanzas que no me dedicaron con nombres y apellidos. Y me he quedado prácticamente solo, pequeño y pobre.
Así que, amigo, lo he pensado mejor y pienso que hemos llegado al fin del camino. No sabes cómo lo siento. Estos días he estado haciendo balance y he decidido escribirte esto a modo de epílogo final. Hubiera preferido despedirte con algo mejor, pero no está el horno para bollos. Perdona, ya sabes a qué me refiero.
Sí, este siempre ha sido mi momento favorito. El escenario está vacío. El patio de butacas a oscuras. Podría haber un millón de personas, pero no cambiaría nada; es como si no hubiese nadie. Hay silencio. Podría pasarme dos, tres minutos sin decir o hacer nada, y el público estaría de los nervios pensando: "¿Por qué no hace nada?" O alguna tontería del tipo: "¿Se le ha olvidado el texto?". Siempre ahí, voraz. Como un animal hambriento, que solo es feliz cuando come. Y cuando ha comido bien es manso como un corderito. Casi lo puedes acariciar. Cierra los ojos, vamos. Imagina un mar lleno de caras. Y en cada una de ellas dos ojos mirándote. Da escalofríos, ¿verdad? Y es difícil sostener una mirada, como para aguantar trescientas de un golpe.
Ellos también tienen la culpa de todo esto, no lo olvides. No tomaron la decisión de acabar contigo. Pero fueron la mano detrás del puñal, detrás de la pistola. Un crimen colectivo. Yo te defendía pero no puedo vencer al mundo. El dinero manda y tu vida es solo cuestión de dinero. Tómatelo a mal si te da la gana, pero a mí no me eches la culpa. No te atrevas. Es solo dinero. Favores que pagar. Negocios.Nada personal, solo negocios.
Yo hice todo lo que pude, viejo amigo. Lo que pude y lo mejor que pude. Anoche lo di todo, fue la mejor puta actuación de mi vida. He llorado como un idiota por ti. Mira..., aquí: página 57: "No te dejaré sin luchar". ¿Lo recuerdas? ¿Eh? ¿Lo recuerdas? Me he partido los cuernos por ti. Me he vendido por ti. He estado vendiéndome para salvarte el pellejo, años haciendo favores, aguantando a programadores idiotas, a actores trápalas, cambiando favor por favor, ¡trabajando gratis! ¡Tragándome mi orgullo por ti, y no me ha servido de nada!