Pequeña DENUNCIA en "tiempos de rabia" por la invisibilidad que, como norma, han tenido nuestros proyectos y "acciones dramáticas" para las instituciones de esta "sacrosanta provincia", con el objetivo de "mover las conciencias" de quienes ostentaron y ostentan el poder cultural, para que el teatro (y sus agentes) sea de verdad esa "herramienta de cambio social" que, por su naturaleza, es. SIN ACRITUD.
PorFinBlog
Los caballos tristes, blancos de las ganas ajadas de escapar, pasean esta noche también por el contorno de la luna, esa traidora que desapareció dejando aquí mis cuentos. Llevándose el futuro –creo- en un baúl. Claro, yo miro los caballos que sobre su contorno dejan huellas y me quedo con ese abundante picor en la cara; con esa suciedad mezcla de humo y desencanto corriéndome por las grietas de los párpados. Desde la ventana, terribles ganas de patinar sobre el rabillo de las letras, que siempre son las mismas, y subir a las grupas largas de la oscuridad y patear, y esa traidora brillante que sonríe. Y una vez limpio de tanta rutina que espera; de tanto aguante negro aquí, dejar de esconderse uno mismo dentro de las propias piernas. Pintar un garabato y una palabra distinta en la pared de un cráter.
Estoy seguro de que cuando esté también allí, alguien desde cualquier ventana, nervioso por la incertidumbre que azuza la posibilidad de marchar, como yo, se restregará la cara contra el estropajo de la noche y, ya con un pie fuera, me regalará descaradamente guiños de complicidad. ¡Pobre iluso! Allí tampoco está la luna.
Muertos que escriben sobre sus propias tumbas..., sobre el polvo, voluntariamente, sí. Porque decidieron el olvido y nunca nos dieron la oportunidad que juntos tú y yo hemos tomado como forma de vida, como amuleto sagrado, como divina comunión.
Ahora ellos, que son sombra y no representan ni una gota en el mar, no podrán alcanzar ni el cuerpo, ni las ganas, ni los sueños, ni las manos, ni los besos, ni las mariposas que forjaron nuestro destino, a pesar de los pasos profundos con los que solíamos conformarnos, por un grano de nada, por una pizca de caricias frías, por nada más que hastío.
Muertos secos, perdidos..., espero que descansen..., si es que pueden.
Con una perspectiva claramente feminista, "Ellas... El Teatro" quiere ser un canto visceral y hermoso al poder histórico de las mujeres para mover el mundo. Me planteé este trabajo para seguir indagando en la temática de género, utilizando lenguajes que, en esta segunda etapa de la compañía, nos han servido para avanzar en nuestro concepto de "teatro social". Me interesaba utilizar de nuevo la danza, el teatro físico, la poesía visual, y para ello me he rodeado de un equipo de trabajo compuesto casi exclusivamente por mujeres: en el reparto son tres mujeres y un personaje masculino a modo de "Oficiante" de las acciones dramáticas; el diseño de luces es obra de otra mujer y las coreografías son de Encar Mezcua queestá haciendo un trabajo impecable y emocionante.
Por otro lado, incluso las bailarinas tienen experiencia teatral en diferentes géneros, lo que creemos que va a enriquecer mucho el producto final. También he querido que haya diferencia de edades y físicos para alejarnos del canon de belleza que, a veces, anula el resultado de este tipo de trabajos, con lo que reivindicamos otro imaginario corporal en el que tod@s estemos cómod@s. El resultado: un espectáculo para hablar del rol de las mujeres a lo largo de la historia como auténticas dinamizadoras del avance social, desde una perspectiva histórica... En definitiva, con "Ellas... El Teatro" queremos romper mitos que siguen ponmiendo barreras al avance femenino en la sociedad, dignificando, con alegría y libertad, el papel de la mujer en la historia del teatro.
En este resucitar continuo en que se ha convertido últimamente mi vida, observo una coincidencia que se viene repitiendo en marzo, abril y mayo: nace, se desarrolla y vive en mí una nueva iniciativa para mantener vivo este “teatro de mierda” al que echo tanto de menos, lo cual no deja de ser sintomático en una realidad hasta ahora importante en este rincón de La Loma. Pero también supone un grito de atención hacia aquellos que ya habían desahuciado a este gestor teatral por la impura coincidencia de otras realidades nada teatrales precisamente. Una nueva alternativa asoma la cabeza para proseguir la tarea de un modelo de teatro apuradamente marginal y plebeyo como el que siempre ha suscitado el proyecto inicial.
Porque lo mejor es hacer cosas, accionarlas. Lo más divertido de hacer acciones es pensar no sólo en la cantidad de cosas que se pueden hacer sino que éstas las puede hacer cualquiera. La acción convierte así la cotidianeidad en un gesto poético continuo.
Muchas veces me han preguntado sobre la identidad de las acciones teatrales que hemos realizado a lo largo de estos últimos 30 años. Y yo siempre respondí que creo que lo que hemos hecho no era sino un síntoma inequívoco de que nuestro mensaje no perdía actualidad. Lo definido y lo acotado pierde con el tiempo vitalidad y compromiso: la acción, por su ancestral indefinición, sigue viva. Un fenómeno transgresor que sucede en tiempos, espacios y presencias concretas y se articula en lo ilimitado de sus propuestas; tantas como personas la hicieron posible, desde la propia voluntad de fabricar un espectáculo que cuestiona la propia naturaleza del teatro.
En los paralelos de arte la acción establece un ejercicio de libertad y experimentación creativa y vital, donde los términos arte y vida se confunden, pues el intérprete es su propia obra de arte. Desde siempre en mis trabajos como actor y accionista de mensajes, he planteado la revisión de la acción. No sé si por ello, al final, me siento traicionado y vacío, alejado de gestos heroicos y falsamente trascendentales; pero lo que sí confirmo es que mi acción en el teatro la he utilizado no sólo como medio de expresión, sino, en muchos casos, como forma de vida.
Lo siento, pero si no lo digo, reviento. El tiempo pasa. Miro mi DNI y veo que he superado ya los sesenta. Me digo: "chaval, no te queda más remedio que ir haciendo balance de lo que pudo ser y no ha sido". Realidad triste y difícil de aceptar, ya que desde 1979 (primero como Teatro "Arena" y ahora como "Porfinteatro") hemos hecho más de 60 creaciones que, sin embargo, se han olvidado de manera natural, con el beneplácito de una clase política (cercana y lejana) que se esmeró en señalar y bautizar como "cosa marginal", y a la que jamás reconocieron su significado real: trabajos diferentes que sembraron el suelo de esta sacrosanta tierra con un pensamiento imprescindible, por políticamente incorrecto y poéticamente excepcional.
Está mal que yo lo diga, pero si de algo estoy orgulloso es de poder decir, mirando atrás, que perpetré junto a tantos amigos y enemigos, la tarea minuciosa de obrero eficaz, que consistía en la invención de oxígeno. Pero lo voy a llamar "aire fresco", porque el oxígeno que fabrican los artistas nunca se presenta a primera vista como "recuperador" y no debería ser de fiar. El arte hace daño, amigos...
La cosa es que hoy, en que me ha dado por ir superando el cansancio que me aploma (¡este agosto traidor!), me doy cuenta que todos estos años nos han estado timando. Nos tima y nos chulea la Junta. Nos tima la Diputación. Y por si fuera poco hay que aflojar pasta en impuestos para que se produzcan y contraten trabajos escénicos que te dejan, al final de la representación, como una vaca mugiendo desconciertos y naderías.
Treinta y ocho años dándolo todo por la cultura en esta parte de Al-Ándalus, para que ahora veas cómo la gente se zampa bodrios sin "denominación de origen", que se alientan desde las instituciones rellenando zonas predispuestas a lo hueco, al abandono, al desierto planificado. Ingeniar chorradas para conservar un puesto de trabajo es infame. Pero hacer gilipolleces por desinformación, mueve a risa. Si los gestores de cultura que nos rodean no saben nada de artes escénicas y desconocen por completo nuestra realidad teatral, que se marchen. ¿Quién los ha puesto ahí? Son de la mismo hornada de los que pretendían hacernos creer que nuestro teatro no valia para nada. Los mierdas íbamos a parar, por norma, por subvenciones ridículas, por nula repercusión en los medios que nunca nos hacían caso, por exigencias imposibles de cumplir para empresas en formación, a los basureros. Mientras tanto los "artistas oficiales" cobraban salarios dignos, salían en la foto y eso les daba el pasaporte falso de creadores. Y hacían y siguen haciendo a Lorca y Valle-Inclán, porque eso les da la etiqueta de "progres", sin conocer siquiera la profunda poesía que emanan esos textos.
El fuego está por todas partes, pero, afortunadamente, aún la poesía tiene a bien abrirnos senderos en el peligro. Esa poesía la pone en circulación mucha gente en sus vidas cotidianas, lo que pasa es que no nos fijamos bien. Y algunos todavía la sueltan en escenarios, frente a un público desconocido y exagerado, soñando. Siempre conviviremos con las llamas, pero "es guapo" -como dice mi amigo Goyete- descubrir caminos entre el fuego. Si lo sabes apreciar, tanto calor alrededor, lejos de consumirte, acabará trabajando a favor de tu ansia de esperar.