“En una fiesta, un presunto intelectual inglés me preguntó por qué escribía siempre sobre la angustia. ¡Como si fuese perverso hacerlo!... Me marché de la fiesta en cuanto pude y tomé un taxi. En la mampara de cristal, entre el taxista y yo, había tres rótulos. En uno se pedía una caridad para los ciegos, en otro una ayuda para los huérfanos, en el tercero un donativo para los refugiados de guerra. No hay que ir muy lejos para buscar la angustia. Nos grita a la cara dentro incluso de los taxis de Londres”
“Godot se lo pasa pipa al lado de esta desolación y esta penuria: (“Dios me valga, otra cosa no sé hacer”)”
“Paradójicamente, es en la forma donde el artista puede encontrar una solución de alguna clase. Se trata de dar forma a lo informe. Probablemente sólo en ese sentido podría existir una especia de afirmación subyacente”.
Finnegans Wake
“Anhelar la mente susodicha largo tiempo perdida para el anhelo. La susomaldicha. Hasta ahora susomaldicha. A fuerza de largo anhelo perdido para el anhelo. Leve anhelo en vano aún. A más leve aún. A lo levísimo. Leve anhelo en vano del mínimo anhelar. El mínimo anhelo indisminuible. Inaquietable mínimo en vano de anhelar aún.”
A vueltas quietas
“Necedad… necedad para… para qué… cómo se dice… necedad de esto… todo esto… necedad desde todo esto… de todo esto… entrever al parecer… entrever… necesidad al parecer de entrever… tenue a lo lejos allá lejos que… necedad de necesitar al parecer… entrever tenue a lo lejos allá lejos qué… cómo… cómo se dice… cómo se dice…”

PorFinBlog

Un Blog por y para las Artes Escénicas, en Jaén y en el mundo.

"EL REFLEJO"

     En el trasfondo negro y sucio de la tierra vi un punto radiante, del tamaño de un plato pequeño. Brillaba tanto que era imposible que perteneciera a esa materia terrosa de la que proceden todos los objetos. Cuando levanté los ojos, por encima de los tejados de las casas, vi el cielo con el mismo esplendor. No pertenecía a la tierra. Aquella cosa que brillaba era el cielo reflejado en el trozo de un espejo roto.

     El reflejo. Un fenómeno tan despreciado en el arte que se rebela contra el naturalismo.

     El hombre que se vio por primera vez reflejado en la superficie de unas aguas tranquilas, debió sentirse iluminado.

     A pesar de los consejos de los surrealistas y de la gente que se abandona a su fantasía, no penetremos en él bajo ningún pretexto, no atravesemos la superficie del espejo. ¡Permanezcamos delante! ¡El reflejo en sí mismo es un milagro! Encierra en sí un secreto del mundo. Como si la realidad, habiéndose separado de sí misma, hubiera sido encerrada como en una prisión o también, como si hubiera sido introducida en la tumba. Como si ya no perteneciera a este mundo. El imposible acercamiento entre la vida y la muerte se cumple. Juntos. Claro, que en la ilusión de una puesta en escena. Sensación de alcanzar la eternidad. Mientras se sigue vivo.

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¿DÓNDE?

     ¿Dónde queda el país donde todos se reúnen? ¿Atrás, adelante, abajo, arriba, queda ese país?

     Por ahora en la muerte todos se reúnen, por ahora se reúnen en la muerte. Atrás del que dejaron, del que bajaron, debajo de los que amaron.

     Sombras reunidas de una vez. País donde todos se reúnen salvo el tiempo que vendrá, más justo, donde juntarse vivos y muertos que quisieron la libertad, que te quisieron, libertad.

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MAREA BAJA

     Yo me salvo cuando duermo acompañado. Yo me salvo diciendo no puedo evitarlo. Yo me salvo si sonrío. Yo me salvo cuando sueño. Yo me salvo si te salvo. Yo me salvo si me miras. Yo me salvo si no paro. Yo me salvo si guardo silencio. ¿Yo?

     Te cuento que existo y no sé bien por qué. Sé que me levanto cada mañana y me activo para cumplir con todo lo que el día me trae. Si me preguntas quién soy, no tendré respuesta. A esta forma de vida la llamo naufragio. A veces te salvas y consigues estar a flote. A veces te da la gana y te ahogas un rato para ver dónde llegas. Pero otras veces es la marea la que baja por sí sola y te ves, y te dices: "¡Joder!". O te echas a reír, o te echas a llorar, o te vuelves loco que para el caso es lo mismo. Y es cuando aparece, con una sencillez terrible, la falta de tu propia esencia. Y miras la foto de comunión que tu madre tiene en el mueble-bar del salón y piensas: "Tío, ¿qué has estado haciendo?" Y miras a tu madre que está sentada en el salón con la mirada en ningún sitio, para ver si... y te viene que ella también se olvidó. Y ese olvido es la marea que vuelve a subir. Y no creas, es entonces cuando te salvas. Te entretienes y te olvidas.

     Marea baja es el momento de reconocerte a ti mismo perdido. Es el vacío.

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DOS HISTORIAS DE DESAMOR (Microrelatos)

     1. Si tú me dices ven, lo dejo todo...; pero espera a que lance el penalti Ronaldo, mi amor.

    2. Desde lo más profundo del espejo ella lo miraba indolente; mientras, él se atormentaba pensando qué había ocurrido.

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TAUTOGRAMAS

     1. Déjame decirte, diosa denostada, dónde decidimos dejar dolorosas dádivas definitorias. Dónde discolos deseos denotan discursos discrepantes desde dimensiones desconocidas. Decididamente discretos, descentramos deseos divinamente donados.

    2. Soledad sin sentido, silente sima sesgada sobre sagrado solsticio. Si sobran soluciones, sinsabores, sentimientos..., sácame solo salitre, sedio sin salar sableando sinsabores, saciando sed sacrílega.

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EL TEATRO VACÍO

     Contemplarse en el alza cero de los francotiradores, con las palabras como un arsenal para filtrar la progresión del teatro en los recintos de la ciudad. Entrar en un teatro cerrado como se profana un panteón, pero con otras inquietudes, sin el acento circunflejo de Dios sobre el umbral. Ahí está el patio de butacas en sombras, y el espacio vacío. Cabe un aplique accesible para iluminar levemente el escenario. Con la candidez de la luna a través de una claraboya. Ojalá fuese cierto. Desde el patio de butacas de un teatro clausurado los espectáculos desfilan como por el mármol de un forense. Pero en mis manos tiembla el instrumental del hermeneuta. Entrar en un teatro cerrado como se acaricia la piel de una chica desconocida en la parte más trasera de un autobús en marcha.
     Y los teatros blanqueados, los teatros como nuevos inmuebles, los teatros como esa puerta franqueable bajo los títulos de crédito y las otras advocaciones. Los teatros fuera del circuito de las alarmas, del alto voltaje de los conciertos más arduamente urbanos, o de las salas de cine, o del video y los otros inciensos donde se depara el equilibrio voraz del año. Los teatros edificados sobre solares arrancados al cardo y a la ortiga, al especulador y al cronista del tiempo. Y los espacios vacíos. En un espacio vacío se convocan las huestes, pero ¿con qué texto se recupera el sabor de la palabra?

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